Fotograma de la película Dogville, en la que Lars Von Trier difuminaba la barrera entre lo público y lo privado eliminando las paredes de las casas. | | | | Queridas lectoras, queridos lectores | | | | Rodolfo Livingston fue un arquitecto argentino que destacó por poner en el centro de la arquitectura su función principal: la de dar lugar a la vida que sucede en ella. Entendía la casa como un sitio al servicio de las actividades que alberga, un escenario capaz de adaptarse a las necesidades de sus habitantes. Con esta idea, Livingston recuperó el sentido humanista de la arquitectura, trasladándolo también al urbanismo: en su concepción de la ciudad se primaba el espacio para el desarrollo de la vida, dándole más peso a las zonas comunes y situando las casas en el centro de los barrios, haciéndolas indivisibles de su entorno.
Livingston puso en práctica sus ideas en la Cuba de los noventa, creando, junto a la arquitecta Selma Díaz, lo que se conoce como «Arquitectos de la Comunidad», un programa para mejorar las viviendas de los barrios a partir de la metodología participativa. Su método consistió en ayudar a pensar a las familias en sus necesidades, destinando más recursos a la planificación que a la construcción misma, y siempre procurando «agrandar los ambientes existentes, y aun sumándole otros, sin aumentar la superficie cubierta». | | | | Livingston hablaba de su metodología aplicada a la idea de ciudad de este modo: «La ciudad también puede crecer dentro de sí misma sin hacinamiento, disminuyendo de este modo la superficie habitacional que se agrega en la periferia. Pueden lograrse más y mejores viviendas dentro de las redes de servicios existentes, manteniendo a la población dentro de su barrio, algo que la gente reconoce como valioso. La casa no es para ellos sólo la casa, sino también su contexto. Urbanismo y arquitectura son aspectos de una sola realidad». Así lo dejó escrito en su libro Arquitectos de la Comunidad. El método.
Margarita García Robayo sitúa El afuera en esta compleja confluencia entre el espacio interno (o privado) y externo (o público) de la familia. En este ensayo de la colección «Nuevos cuadernos Anagrama», la autora colombiana analiza la vida íntima en contradicción con la social a partir de diversas reflexiones motivadas por su maternidad, por una mudanza a un barrio de Buenos Aires y por la llegada de la pandemia. Livingston, pero también la famosa Ciudad Radiante de Le Corbusier (sus casas «son pequeñas y esbeltas –crecen hacia arriba–, tienen lo mínimo indispensable para ser habitadas, porque no pretenden suplir la función social que tiene una plaza o un cine o un parque público»), así como muchos otros ejemplos, le sirven a García Robayo para analizar la peligrosa proliferación en varias ciudades latinoamericanas de los llamados «barrios cerrados»: «islas de acceso limitado que emulan con más o menos acierto al primer mundo». Urbanizaciones escindidas en las que se está hacinando la clase media, y que dejan «afuera» la suciedad, la delincuencia, la pobreza y el conflicto… pero también lo común.
| | | | «La identidad se apoya en signos visuales. Si uno sale una mañana y en la esquina donde estaba el café hay un baldío, y llega a la Av. Corrientes y el Obelisco no está, se vuelve loco. Por eso, en los peores momentos de la represión encapuchaban a los detenidos; les quitaban la visión y así los desorganizaban con respecto al tiempo y al espacio», reflexionaba Livingston en esta entrevista, confirmando que nuestro entorno es fundamental, porque nos define y nos ayuda a conformar nuestra personalidad.
Y continuaba diciendo: «Muchos edificios son representativos de nuestra identidad más allá del valor académico o arquitectónico que puedan tener. Hay bares que nunca debieron ser remodelados, edificios que nunca debieron ser derribados». El afuera deviene, así, un territorio primordial, un espejo indivisible del adentro para conformarnos como individuos, siempre en confluencia y como parte de una comunidad. | | | | Esta semana publicamos en «Narrativas hispánicas» Perder el juicio, la nueva novela de Ariana Harwicz. La historia de un robo, de un incendio, de un secuestro, de una evasión: pensamos que no seríamos capaces de cometer un crimen hasta que lo hacemos. En «Llibres Anagrama» publicamos La imatge incessant, de Jordi Balló y Mercè Oliva (y que también publicamos en castellano bajo el título La imagen incesante, en nuestra colección «Argumentos», con traducción de Carlos Losilla): un recorrido por distintos formatos audiovisuales para tratar de dilucidar las fricciones que caracterizan las sociedades contemporáneas. Entre la mirada analítica y la vocación divulgativa, Balló y Oliva defienden su tesis con rigor ético y precisión sociológica.
En «Crónicas» presentamos Medianenas & milhombres, que reúne los textos sobre género que el ensayista Eloy Fernández Porta ha ido publicando durante más de una década. Un análisis sobre las nuevas y viejas masculinidades que supone un recorrido estimulante, enriquecedor y lleno de humor.
I finalment publiquem, a «Nous quaderns Anagrama», El segrest de la política, un al·legat a favor de la democràcia directa i l'organització ciutadana, de la mà de Simone Weil i Joseph Beuys, escrit pel poeta i assagista Lluís Calvo. | | | | Píldoras para estar al día | | | | -
Los falansterios de Charles Fourier El filósofo francés Charles Fourier fue uno de los utopistas más célebres que se conocen. Ideó una sociedad basada en los falansterios: comunidades organizadas bajo un cooperativismo integral y autosuficiente, compuesto idealmente por 1.620 personas. En su ciudad ideal cada persona y actividad tendría un lugar: fundamentaba su ideal urbanístico en la satisfacción sin restricciones de todos los deseos humanos, convencido de que los crímenes eran derivados de los obstáculos y las restricciones impuestas al deseo. El falansterio albergaría teatros, salas de conciertos, una ópera, bibliotecas, comedores, anfiteatros, escuelas y otros servicios públicos, y en su centro se situaría el jardín. Hubo varios intentos de fundar falansterios –el primero fue en Francia, en 1832, y más adelante se popularizaría entre los intelectuales del Nuevo Mundo–, y las ideas de Fourier han alimentado muchas otras utopías desde entonces. | | | | -
Estreno de la obra Todos mis hombres, basada en un poema de Berta García Faet La artista Nahir Arneri estrena el próximo 17 de abril, en el Teatro Luchana de Madrid, la obra Todos mis hombres, basada en el poema «Me gustaría meter a todos los chicos que he besado desde el año 1999 en una misma habitación», de Berta García Faet, incluido en el poemario Corazonada, publicado por «La Bella Varsovia». Se harán dos únicas representaciones de la obra, el 17 y el 24 de abril, y a partir de mayo se podrá disfrutar en el teatro El Extranjero de Buenos Aires. Más información aquí. | | | | -
Entrevista de Irene Vallejo a Bernhard Schlink Bernhard Schlink, autor de La nieta y El lector, entre muchas otras novelas, y la filóloga Irene Vallejo, autora de El infinito en un junco, mantuvieron una interesante charla que podéis disfrutar en este vídeo. En ella repasan varios temas que están presentes en la obra del gran escritor alemán: la importancia de la cultura, el auge de la ultraderecha, la idea de Europa, la historia de la reunificación alemana y los retos que afronta el país en el presente, entre muchos otros. | | | | -
«The Planner's Dream Goes Wrong» de The Jam En 1982, poco antes de su disolución, el grupo de new wave The Jam, liderado por el carismático Paul Weller, publicaba este tema que nos ha parecido idóneo para cerrar esta newsletter: «The Planner's Dream Goes Wrong». En ella, The Jam parece abogar también por el espacio común: «They were gonna build communities / It was going to be pie in the sky (...) / If people were made to live in boxes / God would have given them string / To tie around their selves at bed time / And stop their dreams falling through the ceiling». Con ella os dejamos: | | | | | «La conciencia de los otros, los encuentros con ellos (...), todo eso constituye la ética civilizadora. La indiferencia a los extraños por el hecho de ser incomprensiblemente extraños degrada el carácter ético de la ciudad.» Richard Sennett, Construir y habitar
| | | | | | Un abrazo, ¡y hasta la próxima semana! | | | | Si has llegado a esta newsletter y no estás suscrito, puedes hacerlo aquí. Y si te ha gustado lo que has leído, no dejes de compartirla. | | | | |