Vivimos rodeados de fantasmas | La newsletter de Anagrama

 'Ecos de la melancolía. Un viaje musical', de Roger Bartra
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Detalle de Melancolia I (1513-1514), grabado del pintor alemán Albert Durero.

Ya en pleno otoño, a las puertas casi del crudo invierno, nos acomete a menudo un particular estado de ánimo, un humor concreto: una tristeza vaga, indefinida, mezcla de letargia y desánimo, de apatía y añoranza. Se trata de una sensación conocida y recurrente: la melancolía.

La presencia en nuestra cultura de este concepto se remonta a varios siglos atrás, pues ya los filósofos y médicos griegos afirmaban que la melancolía era una de las dolencias del cuerpo humano. Aproximadamente hasta 1850, cuando se instauró la teoría de los gérmenes (que asegura que son estos microorganismos los principales responsables de las enfermedades), el sistema médico se basaba en la teoría de los cuatro humores, según la cual las personas tenemos cuatro líquidos, cuyo equilibro regula nuestra salud: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. Para los griegos la melancolía estaba estrechamente relacionada con uno de ellos: la bilis negra. De allí provendría su nombre: mélas, negro, y kholé, bilis.

Los pensadores llevan mucho tiempo escribiendo páginas sobre esta extraña y curiosa aflicción. El filósofo griego Aristóteles le dedicó uno de sus famosos Problemas (el XXX, concretamente), relacionándola con la genialidad; el inglés Robert Burton escribió en 1621 el monumental ensayo Anatomía de la melancolía; en 1923 Raymond Klibansky, Erwin Panofsky y Fritz Saxl se basaron en el grabado de Durero, Melancolia I (al que también le dedicó un texto Giorgio Agamben), para escribir su clásico Saturno y la melancolía, y en 1989 Julia Kristeva le dedicó un estudio de origen psicoanalítico al tema en Sol negro: depresión y melancolía.

A esta afección también le ha dedicado parte de su obra el pensador Roger Bartra, con su fundacional Melancolía y cultura (publicado por primera vez en 2006 bajo el título de Cultura y melancolía), en el que rastreaba su importancia en la España del Siglo de Oro. Y sigue ahora con la publicación de Ecos de la melancolía, en el que el antropólogo mexicano propone un exquisito viaje por la presencia de esta idea en la historia de la música, desde las pavanas Lachrimae, or Seaven Teares, del renacentista John Dowland, a la encantadora Mélancolie, del músico contemporáneo Eric Tanguy, pasando por el imprescindible Cuarteto número 6 de Beethoven, la música romántica de Schubert y Schumann y la pieza Malinconia, del músico finlandés Jean Sibelius (podréis encontrar las piezas musicales que aparecen en el libro en esta lista).

Mélancolie (1801), de la artista Constance Marie Charpentier. 

El viaje musical de Bartra sirve también para trazar una panorámica de la idea cultural de la melancolía, un concepto que ha ido evolucionando a lo largo de los siglos pero que todavía mantiene algunos rasgos esenciales. La melancolía desesperada propia del Renacimiento dio paso, en la época barroca, a una que deambula entre «la alegría sanguínea y la meditación inspirada por el humor negro», y que en la música de Bach se concretó en una «tristeza tranquila sin exasperación ni angustia». El Romanticismo supuso la explosión de la melancolía, entendida entonces como una dolencia centrada en la sensibilidad y en la nostalgia. Con el siglo XX llegaron las rupturas, el atonalismo y su alejamiento de la emoción, pero las terribles guerras de la primera mitad la dotarían de tragedia y sufrimiento. La segunda mitad del siglo le dio forma de enfermedad severa a través de la depresión.

Bartra, en un momento de Ecos de la melancolía, recurre a Robert Burton y a una de las cuestiones que atraviesa su ensayo: ¿puede la música curar la melancolía? «Escribo sobre melancolía para estar ocupado en la manera de evitar la melancolía», nos dice el autor inglés.

Escuchemos, entonces, música melancólica para procurar evitarla.

Esta semana publicamos en «Panorama de narrativas» el regreso de Pierre Michon con Los dos Beune, un espléndido díptico que recupera El Beune Grande (que vio la luz originalmente en 1996, y que en 2012 se tradujo en Anagrama como El origen del mundo) y El Beune Chico, con el que, casi treinta años más tarde, cierra el ciclo. Un logro literario mayúsculo sobre la pasión entendida como una fuerza telúrica, y que confirma el genio de Michon, con traducción de María Teresa Gallego Urrutia. 

En «Crónicas» reeditamos un clásico contemporáneo: Despachos de guerra, de Michael Herr, que publicamos con un nuevo prólogo de Roberto Saviano y traducción de J. M. Álvarez Flórez y de Ángela Pérez. Una crónica de la Guerra de Vietnam que obtuvo el Premio Internacional de la Prensa, por uno de los más grandes maestros del periodismo.

Inauguramos la colección «Fundación Feltrinelli / Anagrama Archivo Herralde», que tiene como propósito hacer públicos documentos y cartas que constituyen la memoria histórica de la editorial; el primer título reúne la Correspondencia, entre Hans Magnus Enzensberger y Jorge Herralde desde 1971 hasta 2005, cartas que dan cuenta de los momentos fundacionales del premio Anagrama de Ensayo y de la trayectoria de una gran amistad.

Con motivo del próximo estreno de la película Queer de Luca Guadagnino, relanzamos en «Compactos» la edición definitiva del 25.º aniversario de la novela homónima de William S. Burroughs, con traducción de Marcial Souto. Y, finalmente, aparece también en esta colección El testigo, de Juan Villoro, una irónica revisión de los mitos y de la condición mediática del mundo contemporáneo.

  • Malinconia de Sibelius

En 1900 una epidemia de tifus arrasó Finlandia, y obligó al músico finlandés Jean Sibelius a enfrentarse a uno de los episodios más dolorosos de su vida: la pérdida de su hija Kirsti. De esta terrible experiencia surgió una pieza, aparentemente compuesta en no más de tres horas: un movimiento para cello y piano al que llamó Fantasia, y que más tarde tituló Malinconia. Bartra nos cuenta en Ecos de la melancolía: «el piano no es un simple acompañamiento, sino una parte esencial que dialoga y se enfrenta al violonchelo. A mi juicio eso es precisamente lo que hace que esta pieza sea tan buena y tan expresiva». Os dejamos con esta actuación de Arto Noras y Ralf Gothoni para que juzguéis:

  • Sigrid Nunez conversa con Mercedes Cebrián

Hace unos meses, en la última newsletter del curso anterior, os brindábamos un precioso texto de Sigrid Nunez extraído de Los vulnerables, y que podéis recuperar aquí. Ahora os queremos compartir esta charla que mantuvo con Mercedes Cebrián, su traductora, a propósito de esta última novela suya y de algunos temas recurrentes en la obra de la escritora norteamericana, como el amor por los animales, la memoria, el paso del tiempo, la amistad y la muerte, así como de la película La habitación de al lado, dirigida por Pedro Almodóvar y basada en la novela ¿Cuál es tu tormento?Aquí os la dejamos:

  • El melancólico isabelino

Tal como explica Roger Bartra en Ecos de la melancolía, la melancolía se puso de moda durante la época isabelina como imitación de las actitudes italianas importadas por algunos viajeros ingleses. «Eran tildadas de malcontentas las personas que, después de haber vivido en el extranjero, al regresar estaban molestas debido a que no se les reconocía el talento que suponían tener.» Pronto, este descontento fue objeto de burlas y de numerosas críticas, y hasta se hicieron cancioneros que se vendían como píldoras para superar la melancolía, como Wit and Mirth: or Pills to Purge Melancholy, que contó con varios volúmenes e incluía canciones de Henry Purcell.

  • La melancolía según Lars von Trier y Wagner

Y acabamos esta newsletter con una escena que hace de prólogo en Melancolía, película dirigida por Lars von Trier en 2011 y que forma parte de su Trilogía de la depresión, sobre la que el crítico Roger Ebert dijo: «Si tuviera que elegir un director para hacer una película sobre el fin del mundo, von Trier sería mi primera elección». El director escogió para el prólogo de la película, que os mostramos a continuación, el preludio de la ópera Tristan und Isolde de Richard Wagner. Desde entonces, tal como afirma Bartra en su ensayo, la pieza se ha consagrado como la representación musical de la melancolía.

Editorial Anagrama

c/ Pau Claris, 172 ppal. 2

Barcelona,

España

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