| 'La picadura de abeja', un clásico instantáneo |
| | © Peter Fabris (1776–1779)
| | | | Un viajero regresa a su casa después de un largo periplo. Es una noche gélida y, medio perdido, intenta buscar descanso tumbándose en la hierba. Justo a punto de dormirse, una música lo despierta: preso por ese fenómeno extraño, bajo un cielo de repente negro, sin estrellas, sigue el sonido hasta llegar a una puerta. La abre. Al otro lado, no hay una caverna: es un palacio donde se celebra un banquete con jarras de hidromiel, vino y whisky. La gente es apuesta y el ambiente, fantástico. El viajero se entrega al banquete celebrado en esa estancia recubierta de oro. Baila, ríe, canta, hasta que amanece y de repente se despierta: tumbado en la hierba, se ve obligado a retomar su travesía hacia el hogar. Sin embargo, ahora las cosas son completamente distintas: en la aldea hay una posada que no había visto nunca antes y, en su casa, no solo los muebles han sido sustituidos por piedras, además no hay rastro de su mujer y sus hijos. Es como si nunca hubieran existido. ¿Qué ha ocurrido? Carcomido por la duda y la desazón, preocupado ante una realidad que no sabe comprender, el viajero abandona su casa y se pasa el resto de sus días viajando en soledad, «buscando en vano una puerta en la colina para poder suplicar a los amables desconocidos que lo devolvieran adonde había estado antes de encontrárselos». Esta es una historia que se cuentan los personajes de La picadura de abeja, la colosal y ambiciosa novela de Paul Murray, finalista del Premio Booker y considerada libro del año 2023 por The New York Times, entre muchísimos otros medios. Se trata de una tragicomedia irlandesa que es, a la vez, hilarante y desgarradora, un retrato complejo e hipnótico de la familia Barnes. Y, como en muchas de las escenas, aparentemente livianas o inocentes, todo lo que ocurre esconde una interpretación: ¿qué representa este viajero? ¿Y el mundo al que se adentra? ¿Y esa revelación epifánica? ¿Y el mundo al que regresa, que de repente ha cambiado? ¿Y él, el viajero, que no vuelve a ser el mismo?
| | | | Puede que esta historia nos hable del paso de la infancia a la adolescencia de Cass, la hija de Dickie e Imelda, de ese momento en que todo se desmorona y la vida hasta entonces conocida deja de poderse leer de la misma manera. O puede que sea una alegoría de la crisis de 2008 que Paul Murray retrata con precisión: ese terremoto económico que puso en suspense todas las certezas que las familias como la de los Barnes tenían hasta entonces. ¿De qué habían servido todos sus esfuerzos si el mundo podía condenarlos en cualquier momento? O puede que esta historia trate de la represión de los sentimientos de una familia que funciona con aparente eficiencia, pero que funciona, precisamente, por todo lo que no se dice, por las cosas que se callan: ¿y si ese banquete dorado y generoso representa la vida que se están perdiendo? ¿Y si esa aridez del mundo caído es, en realidad, la vida que ellos han decido elegir? Como pasa con las buenas alegorías, no hay una sola respuesta, y todas son válidas a la vez. Si algo es cierto es que el misterio sin resolver añade tensión: ¿y si esa alegoría está hablando de mí?
| | | | Esta semana publicamos Ensayos elementales, de Eliot Weinberger, una fascinante compilación de ensayos de carácter único centrados en las particularidades de lo humano y que renuevan la forma del género. Traduce Aurelio Major y lo publicamos en la colección «Argumentos». Por su parte, Nazario, uno de los pioneros del cómic underground español y artista contracultural, nos ofrece en Crónicas del gran tirano un testimonio extraordinario y sobrecogedor de la Barcelona en los márgenes de la indigencia y de aquello que, con todos sus matices y contradicciones, nos impulsa a ayudar a los demás. Una obra que publicamos en «Crónicas». «La Bella Varsovia» trae La comedia de la carne, de Carlos Pardo, que, en este poemario, ambicioso, bromista y triste, se interroga sobre la experiencia romántica, las concepciones mudables del amor y las cuestiones afectivas de nuestro mundo contemporáneo. Por último, ya está disponible en formato audiolibro Una semana en la nieve, de Emmanuel Carrère, traducido por Javier Albiñana Serraín y narrado por Jordi Llovet, un inquietante relato con el que el autor explora los temores infantiles y la fragilidad de la infancia en la piel de un chico de ocho años que, estando de viaje con su escuela, descubre que, en un pueblo cercano, un niño ha sido asesinado.
| | | | La Fundación Booker Prize nos ha cedido este vídeo en el que podéis ver a Paul Murray, autor de La picadura de abeja, libro al que dedicamos esta newsletter, hablar sobre el proceso de creación de su novela, desde los retos a los que se enfrentó al crear los personajes hasta algunas técnicas que le sirvieron para hacer seguimiento de los detalles que conforman la trama, entre otras preguntas curiosas. Aquí lo tenéis:
| | | | En el Canto XII de la Odisea, Ulises, de regreso a Ítaca, se encuentra con unas sirenas de voz mágica que atraen a los hombres y los condenan a la fatalidad. Ulises ya sabía que esto ocurriría: Circe le había advertido de que, en el camino, se toparían con esos seres monstruosos que no han dejado a nadie con vida, que con su canto han seducido a marineros hasta estrellar sus barcos contra las rocas. Entonces Ulises ordena a su tripulación que se tape los oídos con cera de abeja para que no pueda escuchar el canto y él mismo se ata al mástil del barco para poderlo hacer sin morir en el intento. Hay quien ha leído este episodio como una alegoría de la resistencia y el autocontrol, en una lucha calculada contra la tentación. Pero puede que se trate de un sueño imposible, una mentira de final feliz que nos aventura al riesgo innecesario: ¿y si ese viajero de Paul Murray no hubiera seguido la música? ¿Es el deseo, esas ganas de perseguir la música, algo bueno o algo malo? ¿Y si en vez de controlar la tentación fuéramos capaces de reprimirla? ¿O es que no hay premio ni pasión de vida si no hay nada que perder? | | | - El tiempo que no cambia: Solvej Balle
En El volumen del tiempo I, Solvej Balle retrataba el momento en que Tara Selter descubría que se había quedado atrapada en el 18 de noviembre. Con angustia y suspense, el lector se encontraba compartiendo la vida de una persona que vivía atrapada en un tiempo sin tiempo. En El volumen del tiempo II, el segundo libro de la saga, Tara Selter emprende un viaje por varios países para sentir el transcurrir de las estaciones, en un intento de recrear un movimiento que ya no existe. Si Ulises viajaba sabiendo que volvería a casa y el viajero de Paul Murray lo hace sin saber si algún día podrá volver, ¿cómo se va una a sabiendas que todo, absolutamente todo, seguirá igual cuando regrese? | | | | - Las fantasías de Céline Sciamma
Petite Maman es una pequeña fantasía convertida en una película magistral. La directora Céline Sciamma, creadora de obras incontestables como Retrato de una mujer en llamas, pensó que una historia mínima podía contener una verdad universal: una niña acompaña a sus padres a la casa de campo de la abuela que acaba de fallecer. Deben recoger y empaquetar todas sus cosas. Sus padres se quieren con distancia, como con miedo, y su madre es un ser cada vez más triste. En una de sus escapadas al bosque, la protagonista se encuentra a una niña igual que ella: juegan, pasean, charlan. La nueva amiga la invita a su casa, que resulta ser la misma casa donde la protagonista está con sus padres haciendo la mudanza de la abuela fallecida, pero en otros tiempos más antiguos. La madre de la nueva amiga les cocina, las cuida. Entonces la niña descubre que esa mujer es su abuela, viva y joven, y esa niña, su madre de pequeña: en un extraño viaje en el tiempo ha podido descubrir el pasado de su madre, entender por qué es como es ahora. En el momento más emocionante de la película, en el tiempo presente de la acción, la madre le dice a la protagonista: «Tú no inventaste mi tristeza». La niña la entiende: lo ha descubierto en primera persona. Puede que sea realmente eso, viajar.
| | | | El viaje que escribe Paul Murray en La picadura de abeja se puede leer como una viva alegoría. Muchos de los grandes escritores se han servido de ellas para contar realidades complejas e huir de cualquier moraleja o sentido final absoluto: lo hizo Dante en la Divina comedia, en la que su propio viaje por el Infierno era un camino hacia la purificación espiritual; lo hizo Herman Melville en Moby Dick, donde la obsesión del capitán Ahab por cazar una ballena blanca se podía leer como la lucha imposible del hombre contra el destino y la naturaleza; lo hizo George Orwell con esa granja de animales que fue interpretada como una crítica feroz al estalinismo. Cuando la realidad falla para explicarse a sí misma, siempre queda la literatura y sus complejos mecanismos. Y el secreto de los escritores: ¿realmente estaban escribiendo sobre lo que nosotros hemos interpretado? | | Moby Dick Rises, ilustración de Rockwell Kent. | | | | Editorial Anagrama c/ Pau Claris, 172 ppal. 2 | | | | | | | |