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GEORG SIMMEL El conflicto de la cultura moderna, 2011
La teoría de la cultura de Simmel puede quizás sintetizarse esquemáticamente de la manera que sigue.
Los seres humanos son comprendidos como creadores de cultura, tanto en el sentido propio de la producción cultural como en el de la apropiación de productos realizados por otros. Estas creaciones son objetos culturales que pasan a conformar la “cultura objetiva”. obras de arte, dogmas religiosos, doctrinas filosóficas, teorías sociales y sistemas científicos, leyes y constituciones políticas, preceptos morales, entre otros, constituyen, por acumulación, la cultura objetiva. Por oposición, la “cultura subjetiva”, se define como las maneras individuales de apropiación personalizada de la cultura objetiva. La cultura subjetiva es “la meta final dominante”; pero no puede haber cultura subjetiva sin cultura objetiva. El hombre requiere de objetos externos para plasmar sus creaciones subjetivas.
En períodos de armonía, como en la época de los griegos, existía concordancia entre el crecimiento de ambas dimensiones de la cultura. Era posible utilizar la suma de la cultura objetiva para la construcción de la cultura subjetiva. Pero con el surgimiento de la “modernidad”, crece abismalmente la distancia entre la cultura objetiva y la cultura subjetiva. Por efectos de la división del trabajo y de la irrupción frenética de la técnica sobre el ámbito de la cultura, los productos objetivados de la creación cultural se amplían en una medida tan veloz que contrasta con el crecimiento mucho más moderado de los modos subjetivos de apropiación. El rápido crecimiento de la cultura de los objetos, su aceleración progresiva, lleva a un creciente déficit de la cultura subjetiva. Lo cual da por resultado, una pérdida del “alma” ante la emergencia de una cultura objetivada y objetivante, cada vez más distante de las esferas subjetivas de las personas.
El mundo reificado de objetos animados que aceleradamente proliferan por doquier, se enfrenta a la vida, forzándola a adaptarse a sus contornos y estándares.
Los objetos de la cultura, surgidos de la vida, una vez que se emancipan de esta, en vez de servirla, cargan contra ella obligándola a adaptarse a sus lógicas y leyes. como en la “conciencia desdichada” del yo enajenado que Hegel había anunciado en Filosofía del espíritu, y como en la imagen del mundo en que las cosas fantasmagóricamente se refieren y dominan a sus productores, según la descripción de Marx de fetichismo de la mercancía, la teoría de la alienación de Simmel recoge y continúa esos desarrollos cuyo punto de partida es el extrañamiento del mundo. Es la forma invertida del mundo, en la cual los sujetos toman la forma de las cosas, y éstas la de aquellos.
En efecto, los escritos de Simmel sobre la cultura y siguiendo a Marx en su forma de apropiación de la noción hegeliana de trabajo, Simmel en Filosofía del dinero, trae el concepto de cultura del plano de las configuraciones espirituales al proceso social y material de la vida. “El hecho de que el producto del trabajo de la época capitalista, un objeto claramente para sí, dotado de leyes propias de movimiento, haya de tener un carácter manifiestamente ajeno al propio sujeto que lo produce es la situación dominante…”.
De manera general, Simmel explicita su perspectiva como una extensión de la teoría de la alienación de Marx desde el ámbito económico hacia el de la cultura. Percibirá Simmel la alienación de la cultura en sus múltiples manifestaciones vitales. En todas ellas, los medios degradarán a los fines. La racionalidad del cálculo propia del mundo económico se extiende como “un gas mortífero” hasta los ámbitos más íntimos de la vida. Progresivamente, ya no tan sólo los mundos de la política y la moral, sino también los del arte, la religión y la erótica aparecerán “colonizados” por la racionalidad del dinero, cuyo carácter enajenado y enajenador se expresa en su voraz disposición a trastocar su carácter de original medio, para devenir en fin último de toda acción humana.
Simmel recupera así de la teoría de Marx, la idea de una alienación que por obra de la inversión entre medios y fines configura un conjunto de mediaciones crecientes en las relaciones humanas –de “estaciones intermedias” que imposibilitan divisar los fines últimos, “la conciencia resta en los medios”. Pero las consecuencias a las que Simmel llega amplían el diagnóstico anterior. la mercancía será un caso particular de cosa; la alienación no tendrá epicentro en la esfera del trabajo, sino que abarcará la creación en todas las esferas de la vida.
En definitiva, las abstracciones del trabajo industrial alienado aparecerán como un caso especial de la alienación de la subjetividad creadora con respecto a sus objetos culturales. El desarrollo de la cultura moderna lleva a que ésta aparezca cada vez más alejada de las esferas subjetivas de las personas. Cada vez más aumenta el abismo entre la cultura del hombre y la cultura de las cosas.
GILBERT HOTTOIS Historia de la Filosofia del Renacimiento a la Posmodernidad , 1999
CAPITULO I  La emergencia del pensamiento moderno
CAPITULO II Los racionalismos en la era clásica
CAPITULO III Ciencia, moral y política en el empirismo inglés
CAPITULO IV La filosofía francesa en el -Siglo de las Luces»
CAPITULO V Kant y la filosofía crítica o trascendental
CAPITULO VI Dialéctica e idealismo en G W F Hegel
CAPITULO VII Karl Marx y el materialismo histórico dialéctico
CAPITULO VIII El positivismo y la corriente utilitarista
CAPITULO IX El pensamiento evolucionista teorías científicas, filosofías
e ideologías
CAPITULO X Nietzsche hermenéutica y nihilismo
CAPITULO XI Husserl y la fenomenología
CAPITULO XII El pragmatismo, filosofía norteamericana
CAPITULO XIII Freud y el psicoanálisis
CAPITULO XIV El neopositivismo o positivismo lógico
CAPITULO XV Ludwig Wittgenstein y la filosofía del lenguaje
CAPITULO XVI Martin Heidegger
CAPITULO XVII La hermenéutica filosófica
CAPITULO XVIII La filosofía de las ciencias después del neopositivismo
CAPITULO XIX La Escuela de Francfort teoría crítica y filosofía de la comunicación
CAPITULO XX Tres filósofos franceses de la diferencia
CAPITULO XXI Posmodernismo y neopragmatismo
CAPITULO XXII Filosofía de la técnica y de las tecnociencias
ÍNDICE DE PALABRAS CLAVE
ÍNDICE DE NOMBRES
SHERRY B ORTNER La teoría antropológica desde los años sesenta, 1993
Cada año, en fechas cercanas a la reunión de la American Anthropologist Association, el New York Times solicita que un antropólogo de renombre colabore con una nota sobre el estado del Campo. Estas notas tienden a proporcionar una visión confusa.
Hace pocos años, por ejemplo, Marvin Harris sugería que la antropología había sido tomada por místicos, fanáticos religiosos y cultistas californianos; que las reuniones [de la AAA] estaban dominadas por paneles sobre chaman ismo, brujería y " fenómenos anormales"; y que las "ponencias científicas basadas en estudios empíricos" habían sido premeditadamente excluidas del programa (Harris, 1978).
Más recientemente, en tono más sobrio, Wolf sugirió que el campo de la antropología está separándose.
Los subcampos (y los sub-subcampos) están buscando continuamente sus especializados intereses, perdiendo con tacto unos con otros y con el conjunto. No hay un discurso compartido extensamente, no hay un conjunto compartido de términos en que los practicantes se dirijan unos a otros, una lengua común que todos, cualquiera que sea nuestra idiosincrasia, hablemos (Wolf, 1980). El estado de las cosas se parece mucho a lo que Wolf describe.
El campo parece estar hecho de retazos y parches, de individuos y pequeñas pandillas dedicadas a investigaciones desarticuladas y hablando principalmente para sí mismos. Ni siquiera se escuchan y a argumentaciones emotivas. Si bien la antropología nunca ha estado unificada en el sentido de adoptar y compartir un paradigma único, por lo menos hubo un periodo en que existían unas cuantas grandes categorías de afiliación teórica, un grupo de campos o escuelas identificadas y unos pocos epítetos que uno podía lanzar a sus oponentes.
Ahora, ahí parece haber un espíritu generalizado de apatía en este aspecto. No nos hemos puesto unos a otros enfadosos motes. No estamos suficientemente seguros de cómo se definirán los bandos, ni de dónde nos colocaríamos nosotros mismos en caso de que pudiéramos identificarlos.
KARL POLANYI El Sustento Del Hombre, 1994
No es una novedad señalar que la publicación de las obras de K. Polanyi en España ha seguido, hasta ahora, los dictados del circuito intelectual francés. En efecto, al interés despertado entre los etnomarxistas galos por la llamada en antropología <<posición sustantivista>>, debemos la traducción castellana de Comercio y mercado en los imperios antiguos. precedida por una introducción de M. Godelier; que es también el recopilador de un libro de textos de antropología económica en el que se incluye de nuevo, aunque esta vez como parte de la polémica entre formalistas y sustantivistas, el artículo de K. Polanyi <<El sistema económico como proceso institucionalizado>>. También corre pareja a la edición de Gallimard (1983), la primera publicación española de La gran transformación (1989) que, sin embargo, no incluye el magnífico prólogo de L. Dumont (al que inevitablemente nos hemos de remitir en más de una ocasión), y que juega con el equívoco subtítulo de <<crítica del liberalismo económico>>, cuando, como es bien sabido, la crítica de Polanyi se dirige a una ideología más amplia cuyos fundamentos están presentes tanto en el liberalismo como en el marxismo •
La lista de los libros de Polanyi traducidos al español se incrementa con la presente edición de E/ sustento del hombre. obra póstuma, que al tiempo que recoge sistemáticamente versiones nuevas de artículos ya publicados por Polanyi, aporta un estudio monográfico sobre la antigua Grecia. Por otra parte, la presentación de un nuevo texto de Polanyi al público español nos brinda una buena oportunidad para
intentar desligar a Polanyi del vaivén de las modas desde las que varias, que, sin embargo, no incluye el magnífico prólogo de L. Dumont (al que inevitablemente nos hemos de remitir en más de una ocasión), y que juega con el equívoco subtítulo
de <<crítica del liberalismo económico>>, cuando, como es bien sabido, la crítica de Polanyi se dirige a una ideología más amplia cuyos fundamentos están presentes tanto en el liberalismo como en el marxismo.
La lista de los libros de Polanyi traducidos al español se incrementa con la presente edición de E/ sustento del hombre. obra póstuma, que al tiempo que recoge sistemáticamente versiones nuevas de artículos ya publicados por Polanyi, aporta un estudio monográfico sobre la antigua Grecia. Por otra parte, la presentación de un nuevo texto de Polanyi al público español nos brinda una buena oportunidad para intentar desligar a Polanyi del vaivén de las modas desde las que varias veces y por diversos motivos se han interpretado sus análisis. Para ello, trazaremos en las breves notas que siguen un esbozo de biografía intelectual con la intención de contextualizar cuáles fueron las principales aportaciones de Polanyi a ese grupo de disciplinas académicas que, tal vez con cierta exageración, dicen ocuparse del estudio del hombre.
Una de las consecuencias de la producción casi en serie de figuras académicas que caracteriza nuestra época es la paradoja existente entre la pretensión de originalidad individual y la monotonía con la que las biografías repiten los mismos pasos rituales. Los de Polanyi siguieron la dirección opuesta a los de la mayoría de sus colegas: su carrera académica formal la inició casi a la edad de la jubilación. Contaba 58 años al publicar La gran transformación, comenzó a impartir clases en Columbia a los 61 años, la mayor parte de sus libros y la recopilación de sus artículos vieron la luz después de su fallecimiento gracias a la infatigable actividad de sus alumnos, una de cuyas muestras es este mismo libro.
También va en la dirección opuesta a las normas de especialización académicas vigentes el contenido de sus escritos: Polanyi siempre se centra en el estudio de los problemas mismos, lo que hace que sus análisis trasciendan casi heréticamente las fronteras de las distintas sectas de especialistas, de tal forma que incluso existe una cierta vacilación a la hora de asignarle un lugar. bien como antropólogo, bien como historiador de la economía. Señalaba ya hace años otro de sus discípulos, G. Dalton, en la introducción a la más conocida colección de los artículos de Polanyi recopilados póstumamente, cómo las páginas de Polanyi nos llevan de la Alemania de Hitler a la Inglaterra de Ricardo, de Aristóteles a las Trobriand, de la Babilonia de Hammurabi al Dahomey del siglo XVIII. Si bien no se le puede considerar un erudito, también es cierto que utilizó las bibliografías y los datos disponibles sobre cada período con el máximo rigor, como prueban todas las controversias y nuevas investigaciones que sus tesis centrales provocaron y provocan entre arqueólogos, clasicistas, historiadores y antropólogos. especialistas en cada uno de esos campos.
Pero ¿cuáles fueron los pasos que dio Polanyi en la dirección opuesta a sus colegas? Podemos dividir su biografía en tres etapas diferenciadas tanto geográficamente como por las investigaciones realizadas en cada una de ellas.

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